Un claustro es en verdad un paraíso

«Vere claustrum est paradisus» (San Bernardo de Claraval, Sermones varios, 42,4)

Diría que uno de los claustros que más se aproxima a la noción de Paraíso en el mundo es el del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, en Cáceres (España).

I would say that one of the cloisters that most closely resembles the notion of Paradise in the world is that of the Royal Monastery of Our Lady of Guadalupe, in Cáceres (Spain).

PARADISUS, Atrium porticibus circumdatum ante ædes sacras, ex Gr. παράδεισος, qui ab Hesychio definitur τόπος ἐν τῷ περιπάτοι, locus porticibus et deambulatoriis circumdatus nostris vulgo, Parvis. Interdum apud Græcos atrium illud arboribus erat consitum, quo propius ad vocis originem accederet, ut colligitur ex Vita S. Marthæ matris S. Symeonis Jun. cap. 7. n. 57. tom. 5. Maii pag. 428. Anastasius in Dono I. PP. :

Autobiografía de Vance

Ha llegado a la Librería Diocesana de Oviedo este libro curioso y fácil de leer: la autobiografía de James Davis Vance, el vicepresidente de los Estados Unidos, que fue admitido en la Iglesia Católica en 2019. No me imaginaba que proviniese de un mundo tan familiar y socialmente agitado. El libro refiere cómo fueron su infancia, adolescencia y primera juventud, antes de la conversión al catolicismo. Está muy bien traducido.

This interesting and easy-to-read book has arrived at the Diocesan Bookstore in the cathedral square of Oviedo: the autobiography of James Davis Vance, the Vice President of the United States, who was admitted to the Catholic Church in 2019. I never imagined he came from such a socially turbulent and family background. The book recounts his childhood, adolescence, and early youth before his conversion to Catholicism. It has been very well translated into Spanish.

Para entender el proceso de cambio en Vance hay que leer este libro de Deneen, que también se encuentra en la Librería Diocesana de Oviedo:

Un pequeño jardín sobre la mesa del despacho

Para los persas, las alfombras son una extensión que representa el Paraíso en el propio domicilio, en los espacios de asueto o en el lugar de trabajo. Una pequeña alfombra sobre el escritorio me recuerda que la tarea cotidiana es una forma de cultivar el jardín en el que Dios me puso para que lo mantenga limpio, productivo y hermoso, y sea, en él, feliz.

A little garden on my office desk

For Persians, the rugs are an extension that represents Paradise in their own home, in their leisure spaces, or in the workplace. A small rug on my desk reminds me that my daily tasks are a way of cultivating the garden God placed me in to keep clean, productive, and beautiful, and be immensely happy.

The most beautiful Garden

Without a Garden, there is no possibility of human life. That is why, so that Adam and Eve could live a happy and fulfilling life together, God created the Garden of Eden for them and their descendants.

This primordial Garden was given the name Paradise, an Avestan word meaning a high place, with trees and plants of excellent beauty, surrounded by a fence.

Our Gardens, which are enclosures delimited from their natural surroundings by suggestive straight lines or perimeters, with colorful and abundant vegetation according to the seasons, with fountains and water channels that irrigate them, are a reflection of the Garden of Eden.

A Garden—every garden—is, therefore, a space within our reach in which we can enjoy the desired freedom, serene solitude, the pleasant company of a loved one, the delightful contemplation of nature, and the friendly conversation with God at the time of the evening breeze, as in the Garden of Eden.

The stereotypical Garden and the most beautiful in Asturias (Spain) is the one cared for by the Selgas-Fagalde Foundation. It is the perfect Garden and, without a doubt, the most important private Garden in Spain. It is worth visiting and enjoying its wonderful flowerbeds, trees, pond and meadows.

Fr. Jorge J. Fernández Sangrador

Carta a un gobernante: ¡Guárdate de la adiatrepsia!

Apreciado E.:

Has logrado, al fin, sentarte en la silla que tanto anhelabas. Y te hago llegar por estas letras mi cordial enhorabuena. Has trabajado duramente para conseguirlo y no cabes en ti de gozo. Permíteme, no obstante, que comparta contigo este pensamiento que me sobreviene cuando se alcanza de plano, como tú ahora, el éxito profesional fatigosamente buscado: “Más lágrimas se derraman por plegarias atendidas que por plegarias desoídas”. 

He leído la frase en una novela de Truman Capote, Plegarias atendidas. Él la atribuye a santa Teresa, pero no he podido encontrarla en las obras de la mística doctora. Por otra parte, en una conferencia que Gregorio Marañón pronunció, en 1959, en Canning House, sobre la personalidad de Cristóbal Colón, dijo estas palabras acerca del instante bienhadado en el que el navegante genovés supo que los Reyes católicos daban su aprobación al soñado viaje: «Fue sin duda el día más feliz de su existencia. Porque el momento supremo de la gloria es aquel en que los labios se acercan al borde de su copa. Después que se ha bebido, se empieza a saber todo lo que hay en ella de la atroz melancolía que sigue a la victoria».

El triunfo es, a veces, una forma de fracaso, pues suele llegar acompañado de un incómodo lastre: obligaciones añadidas, falta de libertad y situaciones explosivas que detonan al cabo de un par de meses. Deseo, sin embargo, que esta nueva etapa de tu vida sea enteramente para bien, el tuyo y el de los demás. Y te digo aquello que el cardenal brasileño Claudio Hummes susurró al oído de Jorge Mario Bergoglio cuando éste fue elegido Papa: «No te olvides de los pobres».

En la antigua Roma, un siervo acompañaba al héroe en el carro desde el que saludaba a la multitud, durante la procesión triunfal, diciéndole: «¡Mira hacia atrás! ¡Recuerda que eres hombre!». Y yo me atrevo, con la confianza que me has otorgado, distinguiéndome, a advertirte, como si fuera tu edecán, en este arranque épico de tu cursus gubernamental, que te guardes de la adiatrepsia.

Es el vocablo griego con el que el emperador Calígula definió su modo de ser: desvergonzado, insensible y brutal. Era, cuando ascendió al trono, el príncipe amado del pueblo y de los soldados. No querían a otro. Su elocuencia era prodigiosa. Tres meses estuvieron ofreciendo sacrificios a los dioses como muestra de gratitud por el don que habían hecho a la Urbe en la persona del joven Gaio Julio César Augusto Germánico, apodado Calígula. Inmolaron ciento sesenta mil víctimas. Cuando caía enfermo, una muchedumbre, preocupada, se congregaba alrededor del palacio, pues la gente, a la que trataba de complacer siempre, lo adoraba.

Hasta que un buen día salió incontenible el monstruo que llevaba dentro. Lo grave no era que pensase nombrar cónsul a su caballo Incitatus, sino todo lo demás. Lo refiere cumplidamente Suetonio, en su Vida de los césares, que un hombre de gobierno ha de leer. Era envidioso e iracundo, extravagante en el vestido y las costumbres, se hacía ofrecer aves exóticas en sacrificio, renegaba de sus antepasados, obviaba a sus leales, trataba desconsideradamente a los senadores, despreciaba los escritos de los próceres de la literatura latina, era despilfarrador, sus vicios no tenían ni límite ni freno, no soportaba que se le llevase la contraria, asesinaba y condenaba a muerte inopinadamente y sin el menor miramiento en cuanto se le presentaba la ocasión. Él mismo se daba cuenta de que no estaba bien de la cabeza y consideró la posibilidad de retirarse de la vida pública, pero unos conspiradores le tomaron la delantera, asesinándolo con fiera crueldad.

El de Calígula es un caso extremadamente anormal. Mas cuando Suetonio escribió las biografías de los emperadores romanos, incidiendo en las patologías dominantes, fue para que las generaciones siguientes considerasen el grado de aberración psíquica y metafísica al que se puede llegar en el ejercicio del poder, en el que tú te has instalado recientemente. Y yo, como leal amigo, no dejaré de recordártelo: ¡Guárdate de la adiatrepsia! Por mi parte, quedo, con el afecto que desde antiguo os profeso a ti y a tu familia, siempre vuestro.

Jorge Juan Fernández Sangrador

La Nueva España, domingo 2 de junio de 2019, pp. 34-35

Iglesia de San Pedro (Gata-Cáceres)

La iglesia de San Pedro es, en la Sierra de Gata, el monumento más importante. Este es el aspecto que ofrece el exterior. Adosados al templo, declarado Bien de Interés Cultural: contenedores de basura, papeleras, señales de tráfico; sombrillas, mesas, sillas y cajas del bar de al lado. Los coches impiden el acceso a la puerta de la Iglesia. El olor, a causa de la basura, en agosto, insoportable.

El del bar ya podía quitar, al menos, los hierbajos.

Ruego a los guías turísticos

Se ruega a los guías turísticos:

  1. Que no ofendan, con el recurrente y molesto «¿Vale?», la inteligencia de la clientela preguntándole, de este modo, cada trece sílabas, si lo ha entendido.
  2. Que no tuteen a las personas adultas.
  3. Que no vistan pantalón corto ni camiseta de esas que se pone la chavalería para ir a la fiesta del descenso de las piraguas del río Sella. El auditorio, que, por cierto, paga, merece que se le hable con otra vestimenta. Stylish look, please.
  4. Que dejen de verter opiniones personales, tergiversando los datos o confesando lo que les gusta o les deja de gustar. No le interesa a nadie.
  5. Que no incurran en el dequeísmo: «Yo pienso de que…», «Dijo de que…»
  6. Que no digan «Aquí tiene el ticket, caballero», sino «Aquí tiene el ticket, señor». Bastante uso hacen ya los camareros de lo de «caballero». Se dice «señor», «sir», «monsieur», «signore». De igual modo: «Muy interesante la pregunta del señor», no «del caballero». Y mejor decir «billete» que «ticket».
  7. Que no digan tampoco: «¿Qué tal chicos/chicas?»
  8. Que no examinen a los oyentes, como recurso retórico, interrogándolos acerca de fechas, nombres, hechos o historias que puede que ni recuerden ni sepan. Son éstos quienes han de hacer las preguntas, no el guía.
  9. Que no digan «a la misma vez», no tampoco el enfático y redundante «sí es verdad que …. »
  10. Que proporcionen información que sea precisa, fidedigna y contrastada con rigor, y punto.
  11. Que no digan: «Ese edificio que está delante nuestro». Tampoco ni encima, ni debajo, ni detrás nuestro.
  12. Que reduzcan al máximo las anécdotas. La mayor parte de éstas han sido generadas, desarrolladas y conservadas sin el menor control de veracidad. Alguna puede ayudar a rebajar la tensión de la atención, pero, si son muchas, alargarán el discurso y harán que el oyente se distraiga y aparte de lo que realmente es esencial.
  13. Que digan «fijaos», «acercaos»… Y no «fijaros», «acercaros»…
  14. Que no cuenten chistes ni traten de mostrarse inteligentes o ingeniosos con gracietas.
  15. Que tengan compasión de los residentes del lugar, que han de soportar diariamente, desde sus casas, las explicaciones a pie de calle de los guías, esparcidas al viento por medio de unos altavocillos de la era de los teléfonos móviles Nokia.
  16. Que recuerden que hay quien toma nota de los errores que propagan con sus explicaciones. Véase, por ejemplo, tras haber escuchado inexactitud tras inexactitud, las aclaraciones que he tenido que escribir para orientación de algunos guías de Oviedo: https://jorgefernandezsangrador.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=1444&action=edit
  17. Y no pasa nada por guardar unos instantes de silencio, para que el visitante pueda admirar, gustar, sentir y contemplar la belleza del sitio, iglesia, palacio, arco, ventana, puerta, jardín o escultura.

Jorge J. Fernández Sangrador