Se ruega a los guías turísticos:
- Que no ofendan, con el recurrente y molesto «¿Vale?», la inteligencia de la clientela preguntándole, de este modo, cada trece sílabas, si lo ha entendido.
- Que no tuteen a las personas adultas.
- Que no vistan pantalón corto ni camiseta de esas que se pone la chavalería para ir a la fiesta del descenso de las piraguas del río Sella. El auditorio, que, por cierto, paga, merece que se le hable con otra vestimenta. Stylish look, please.
- Que dejen de verter opiniones personales, tergiversando los datos o confesando lo que les gusta o les deja de gustar. No le interesa a nadie.
- Que no incurran en el dequeísmo: «Yo pienso de que…», «Dijo de que…»
- Que no digan «Aquí tiene el ticket, caballero», sino «Aquí tiene el ticket, señor». Bastante uso hacen ya los camareros de lo de «caballero». Se dice «señor», «sir», «monsieur», «signore». De igual modo: «Muy interesante la pregunta del señor», no «del caballero». Y mejor decir «billete» que «ticket».
- Que no digan tampoco: «¿Qué tal chicos/chicas?»
- Que no examinen a los oyentes, como recurso retórico, interrogándolos acerca de fechas, nombres, hechos o historias que puede que ni recuerden ni sepan. Son éstos quienes han de hacer las preguntas, no el guía.
- Que no digan «a la misma vez», no tampoco el enfático y redundante «sí es verdad que …. »
- Que proporcionen información que sea precisa, fidedigna y contrastada con rigor, y punto.
- Que no digan: «Ese edificio que está delante nuestro». Tampoco ni encima, ni debajo, ni detrás nuestro.
- Que reduzcan al máximo las anécdotas. La mayor parte de éstas han sido generadas, desarrolladas y conservadas sin el menor control de veracidad. Alguna puede ayudar a rebajar la tensión de la atención, pero, si son muchas, alargarán el discurso y harán que el oyente se distraiga y aparte de lo que realmente es esencial.
- Que digan «fijaos», «acercaos»… Y no «fijaros», «acercaros»…
- Que no cuenten chistes ni traten de mostrarse inteligentes o ingeniosos con gracietas.
- Que tengan compasión de los residentes del lugar, que han de soportar diariamente, desde sus casas, las explicaciones a pie de calle de los guías, esparcidas al viento por medio de unos altavocillos de la era de los teléfonos móviles Nokia.
- Que recuerden que hay quien toma nota de los errores que propagan con sus explicaciones. Véase, por ejemplo, tras haber escuchado inexactitud tras inexactitud, las aclaraciones que he tenido que escribir para orientación de algunos guías de Oviedo: https://jorgefernandezsangrador.wordpress.com/wp-admin/post.php?post=1444&action=edit
- Y no pasa nada por guardar unos instantes de silencio, para que el visitante pueda admirar, gustar, sentir y contemplar la belleza del sitio, iglesia, palacio, arco, ventana, puerta, jardín o escultura.
Jorge J. Fernández Sangrador
