El sepulcro de Thomas Becket en Canterbury

Era la hora vísperas del 29 d diciembre de 1170 cuando lo mataron a Thomas Becket (1118-1170) en la catedral de Canterbury.

Thomas Becket, arzobispo de Canterbury y primado de Inglaterra, nació, en 1118, en Londres. Era de familia de comerciantes. Tras haber concluido brillantemente sus estudios en Derecho, realizados en Londres y en París, se ganó enseguida la consideración del rey Enrique II, del que fue leal servidor durante varios años.

El rey lo designó arzobispo de Canterbury. Thomas no quería serlo, pero, una vez que aceptó el ministerio, cambió totalmente su vida, conduciéndose como un monje y sentando a los pobres a comer en su mesa.

Thomas defendió ardientemente la autonomía de la Iglesia frente a las injerencias del rey, que estaba profundamente disgustado e irritado con la línea de su pontificado. Para prevenir males mayores, Thomas se exilió en Francia.

Regresó a Canterbury en noviembre de 1170 y, tras un breve período de reconciliación con el rey Enrique II, Thomas persistió en su propósito de excomulgar a los enemigos de la Iglesia.

Fue asesinado en una de las dependencias de la catedral.

Desde el instante de su martirio, la figura de Thomas Becket fue venerada en toda la cristiandad.

Lo habían enterrado en la cripta de la catedral de Canterbury, pero, dada la devoción que el el clero y el pueblo le profesaban, trasladaron su cuerpo a un monumental sepulcro que le construyeron en la nave principal del templo.

Enrique VIII mandó demolerlo e hizo desaparecer los restos mortales del santo. Solo se conservan, dispersas, algunas mínimas partes del cuerpo y de la ropa.

En la catedral de Canterbury hay una vela permanentemente encendida en el lugar en el que se hallaba el sepulcro del santo hasta que Enrique VIII lo hiciese desaparecer.

Este es el lugar del martirio de Thomas Becket: