Navegar en busca del alma

Gianfranco Ravasi (Merate, 1942), cardenal presbítero de San Giorgio in Velabro, iglesia romana de la que fue titular también el cardenal inglés san John Henry Newman, dirigió hasta 2022, como presidente, el Pontificio Consejo de la Cultura y las Pontificias Comisiones para el Patrimonio Cultural de la Iglesia y de Arqueología Sacra.

Aunque sus escritos y conferencias son de variada naturaleza, la matriz de todos ellos se halla en la Biblia, de la que el cardenal Ravasi ha sido prolífico y exitoso investigador, profesor y divulgador hasta el presente.

A Ravasi le ha sucedido lo mismo que a otros biblistas del siglo XX, quienes, tras haber colocado al hombre, compuesto de alma y cuerpo, en el centro de su interés intelectual y de su extensa producción literaria, con una cierta preterición -preciso es decirlo- del concepto alma, han tratado, cuando ya se está acercando el final de su periplo vital y exegético, de recuperar esta noción sin la cual resulta imposible entender, explicar y amar al hombre en lo que hay en él de espiritual, sobrenatural, divino.

Es ese, por lo demás, un signo de nuestro tiempo, en el que andemos de acá para allá fatigados, desorientados, desalentados, como cuerpos que han perdido el alma, y no parece que haya ni deseo ni voluntad de recuperarla, siendo, sin embargo, una necesidad inaplazable en esta sociedad intensamente materialista y tecnificada. Hay, por ello, que volver al alma, que, por otra parte, como se podrá apreciar en el nada breve trabajo del cardenal, no ha dejado ni dejará nunca de estar ahí. Es lo que somos: carne y alma.

Pues bien, volver al alma es lo que Gianfranco Ravasi ha pretendido hacer con este libro que la editorial San Pablo acaba de publicar y que es traducción del que sacó a la luz en italiano, en 2022, Il Saggiatore. El título en español es Breve historia del alma. Desde las culturas primitivas hasta la sociedad actual (Madrid 2024, 466 páginas).

He de añadir que el cardenal Ravasi, en los años en los que fue presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, permaneció muy atento a las derivas de la antropología actual, afectada por los postulados y efectos de las modernas corrientes interpretativas provenientes de los ámbitos del animalismo, la genética, el transhumanismo, el género, la inteligencia artificial y las neurociencias, por citar los más representativos de los paradigmas del discurso actual acerca de la naturaleza humana.

Creo que este libro sobre el alma deba ubicarse en ese horizonte de preocupación por tratar de definir la cuestión fundamental de toda antropología: ¿qué es el hombre? Y lo referente a las nuevas interpretaciones de lo humano, a las que el Pontificio Consejo de la Cultura dedicó importantes sesiones de análisis y reflexión, puede verse en las dos partes conclusivas del libro, la III y la IV, y especialmente en esta última, de la página 387 a la 436.

Gianfranco Ravasi, que aún escribe, no a ordenador, sino con bolígrafo o pluma, se vio inmerso, al acometer esta obra, en un proyecto inacabable. Tuvo la impresión de que, a bordo de un barco, descendía por un gran río, desde las fuentes hasta la desembocadura, apartándose, en ocasiones, de la corriente principal y remontando afluentes que conducían a paisajes de virginal hermosura, encontrándose con poblados en los que se conservaban tradiciones antiquísimas, aventurándose en arriesgadas exploraciones a través de tupidas espesuras y gozando siempre de la belleza del viaje, de las inimaginables sorpresas que éste le iba deparando en el día a día y de la satisfacción que le producía el hecho de ir superando con paciencia y perseverancia aquellos escollos que, a primera vista, parecían insalvables.

La obra es muy del estilo de Ravasi, cuya erudición es amplísima. Nos hallamos en realidad ante un compendio de referencias literarias y artísticas del vocablo alma. La relación es exhaustiva. El lector se preguntará: ¿cómo se las ha arreglado el autor para reunir tantas? Lo cierto es que han sido muy bien elegidas, traídas oportunamente al contexto en el que han de ser citadas y aparecen magníficamente hilvanadas.

Quien se adentre en las páginas de este libro con la pretensión de llegar a definir por sí mismo qué es el alma se encontrará inmediatamente con la constatación de que es una realidad conceptualmente inasible, aunque para su uso corriente le baste el definirla como sustancia incorpórea, espiritual e inmortal, y entenderá entonces aquel anhelo de san Agustín que él mismo formuló así en sus Soliloquios: «Quiero tener conocimiento de Dios y del alma. ¿Y nada más? Absolutamente nada más» (1,2,7).

Jorge Juan Fernández Sangrador

Vicario Episcopal de Cultura y de Relaciones Institucionales de la Diócesis de Oviedo

Publicado con el título “Un viaje de vuelta”, en Revista Vida Nueva, 14-20 de septiembre de 2024, n.º 3.378, p. 44.