Sólo hay que ver cómo los han colocado en la foto, hecha en la propia sede de uno de los arzobispos, y a quién han colocado en el centro, para darse cuenta de quién manda realmente, o pretende mandar, en el patrimonio eclesiástico. Hablan de patrimonio «cultural», no sean que al adjetivarlo como lo que es, «religioso», se moleste alguien.
