… Mientras escuchaba el último movimiento de la Sinfonía nº 2 en do menor de Gustav Mahler, “Auferstehung” (Resurrección), el adolescente noruego, ateo, aunque bautizado en la confesión luterana, Erik Varden, experimentó la proximidad de Dios. «¡Resucitarás, sí, resucitarás, polvo mío, tras breve descanso! ¡Vida inmortal te dará quien te llamó!», canta el coro. «Oh, créelo: ¡No has nacido en vano! ¡No has sufrido en vano!», canta la soprano.
Erik fue recibido, tras un proceso de búsqueda y de clarificación de las ideas y de los sentimientos, en la Iglesia católica, ingresó en la abadía cisterciense de Mount Saint Bernard, en Leicestershire, en Inglaterra, y es actualmente el abad del monasterio. Ha publicado un libro de gran éxito, que está siendo traducido a diferentes lenguas. Se titula “The Shattering of Loneliness” (Cuando la soledad se hace añicos).
Y mientras recita, en el silencio de la noche, los salmos, durante el oficio litúrgico de Vigilias, a las 3,30 “ante meridiem”, aguardando la luz de la mañana, seguramente recuerda las últimas estrofas del libreto de la sinfonía de Mahler, que un día ya lejano escuchó conmovido, en las que el coro, la soprano y la contralto entrelazan sus voces para decir cantando: «Con alas que he conquistado, en ardiente afán de amor, ¡levantaré el vuelo hacia la luz que no ha alcanzado ningún ojo! ¡Moriré para vivir!». Y luego concluir: «¡Resucitarás, sí, resucitarás, corazón mío en un instante! Lo que ha latido, ¡habrá de llevarte a Dios!».
Jorge Juan Fernández Sangrador
Extracto del artículo «Resurrection Fest», publicado en La Nueva España, domingo 11 de agosto de 2019, p. 28
Erik Varden es hoy Obispo de Trondheim, en Noruega
