Decía san Ignacio de Loyola que por Ejercicios espirituales se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mentalmente, y de otras espirituales operaciones.
Los cinco días de retiro en la casa “San José” de Cabezuela del Valle (Cáceres) (17 al 22 de septiembre) estarán dirigidos, en primer lugar, a la contemplación de la escena evangélica de la transfiguración de Cristo en la cima de una montaña.
Hemos, para esto, no sólo de alejarnos momentáneamente de las tareas que nos ocupan a diario, sino elevarnos por encima de ellas para encontrarnos con Jesús y por medio de él con Dios Padre, que nos invita a escuchar a su Hijo amado.
Y este será el segundo objetivo de los días de Cabezuela: escuchar la Palabra de Dios y orar intensamente, con perseverancia, para acogerla en el campo fértil de nuestra conciencia, nuestros afectos y nuestra vida sacerdotal.
En el monte de la transfiguración hicieron su aparición Moisés y Elías, figuras muy destacadas en el antiguo Israel. A la luz de la Pascua de Cristo leeremos los pasajes de la Biblia en los que se refieren sus vidas y, en oración, pediremos la gracia de ser, como ellos, fieles servidores de Dios y diligentes cumplidores de su voluntad y de sus mandatos.
Se trata, en definitiva, de vivir aquella misma experiencia que tuvieron los tres apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, a los que Jesús invitó a subir a la montaña y, así, seguirlo a él, después, fortalecidos, con mucho ánimo y esperanza, por el camino de la cruz, que inexorablemente hay que recorrer, para llegar a la gloria de la Pascua y a la vida eterna.
Invito a los feligreses de las parroquias de los sacerdotes que harán los Ejercicios a que estén unidos espiritualmente a ellos, ya que éstos se retirarán a hacer oración con el propósito de crecer en el conocimiento y en el amor de Cristo, recibir la gracia de la santificación personal y seguir siendo ilusionados trabajadores de la viña del Señor y de todas y cada una de las personas que la Iglesia les ha confiado para que caminen junto a ellas guiándolas como pastores buenos y fieles.

