Mal colocados

En una iglesia, el obispo es la primera autoridad. Le corresponde, por tanto, el centro.

Y la segunda autoridad, el párroco, que es, además, el que, con la feligresía, cuida y mantiene la iglesia todo el año.

Aquí ya ni figura. Todos menos el dueño de casa:

Del párroco, que tira por aquello día a día, no se acordó nadie a la hora de las fotos. Ni de los feligreses, que son la base social real que dio vida a esa belleza de iglesia durante cuatrocientos años.