Lo que les cuesta reconocer a algunos y los chincha hasta tener náuseas que sea así: que los templos y las actividades de la Iglesia católica generan negocio, empleo y beneficio económico en los distritos urbanos en los que se hallan. O sea, que la religión es un bien para todos. No lo dice la Iglesia, sino el periódico, que le da vueltas al argumento en este reportaje a ver si logra no decir lo que en realidad no quiere decir, pero que es.
Notre Dame, en obras cuatro años después del fuego
La decadencia se apodera de los alrededores de la catedral, que retrasa su reapertura definitiva a finales de 2024
- ABC (9 de marzo de 2023) JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONSAL EN PARÍS
La reapertura definitiva de la catedral de Notre Dame de París se realizará con seis meses de retraso, a finales del 2024, aunque se cumplirán, sin embargo, los grandes objetivos nacionales anunciados por Emmanuel Macron el día mismo del trágico incendio que pudo destruir uno de los grandes símbolos arquitectónicos de nuestra civilización, la tarde del 15 de abril de 2019. Ante el espectáculo fáustico de la catedral todavía humeante, tras un incendio que causó emoción mundial, Macron fijó su hoja de ruta: «Reconstruir Notre Dame es un trabajo nacional, ligado a nuestra identidad como pueblo de la civilización europea. Cumpliremos juntos ese objetivo para reabrir nuestra catedral el 2024», dijo.
Originalmente, el objetivo era reabrir la catedral con una gran ceremonia religiosa durante la Semana Santa del 2024. Un riesgo de contaminación grave por plomo y la pandemia del Covid crearon muchos problemas y retrasos. Hace semanas, el presidente Macron confirmó que Notre Dame será reabierta el 2024, el año previsto desde el principio.
Nuevos retrasos
El general Jean-Louis Georgelin, director del organismo independiente responsable de la reconstrucción, ha matizado discretamente la ambición presidencial: «Luchamos cada día por cumplir nuestro objetivo. Estamos en la buena vía. La Semana Santa del 2024 podrá celebrarse una gran misa cantada. Y la reapertura podrá realizarse a finales de ese mismo año». Rima Abdul Malak, ministra de Cultura, ha continuado matizando otro «ligero retraso»: «Notre Dame reabrirá al gran público a finales del 2024. Pero eso no significa que hayan terminado todos los trabajos de renovación», sentenció.
Los laboriosos y muy duros trabajos de reconstrucción no han desanimado a centenares de miles de turistas, que se han precipitado, día tras día y durante tres años, a la gran explanada de la catedral. Ante esa demanda nacional e internacional, el Ministerio de Cultura ha montado dos exposiciones, una en las vallas que rodean la catedral y otra en una gran sala de exposiciones subterránea.
«La casa de los oficios y la reconstrucción» es el título de la exposición presentada en los muros metálicos y cubiertos con alambres de espino que rodean la catedral, y en la que se cuenta la pequeña y gran historia de los oficios que participan en la reconstrucción: arquitectos, decoradores, carpinteros, albañiles…
«Notre Dame de París. De los constructores a los restauradores» es la otra exposición, situada en los sótanos de la explanada de la catedral, que cuenta una historia muy bella y pedagógica: de la historia mítica de los constructores de catedrales, durante siglos esenciales de la historia de Europa, a la historia de los grandes constructores que reformaron y actualizaron, en cierta medida, las grandes artes góticas de los orígenes.
Imposible entrar en la catedral, los decenas de miles de turistas visitan los alrededores, esperando contemplar el espectáculo de Notre Dame, rodeada por muros metálicos y puertas de hierro por donde circulan camiones que van y vienen con escombros y materiales de todo tipo; allí el viajero descubre un espectáculo muy fuera de lo común.
Notre Dame en obras tiene algo de ciencia ficción, entre ‘Metrópolis’ de Fritz Lang y ‘Blade Runner’ de Ridley Scott, con ‘notas’ de una Roma mitológica filmada por Federico Fellini. Sin olvidar al Buñuel de ‘Los olvidados’.
Entre el Sena y la catedral, el turismo multicultural pone notas de color llamativas. A las musulmanas ricas, con sus elegantes velos, les gusta fotografiarse con las grúas de Notre Dame al fondo. En las esquinas, la mendicidad hace estragos: hombres y mujeres tirados por los suelos, pidiendo limosna, apoyándose en los muros de cemento y acero, protegidos con alambres de espino, recuerdan a los mendigos mexicanos de Buñuel.
Comida rápida y barata
Los turistas son grandes consumidores de comida rápida. A las puertas de la gran catedral, es posible comer pastas italianas –a 13,20 euros el plato de espaguetis boloñesa–, y kebabs libaneses a 18 euros. Un copazo de vino caliente cuesta 4,50 euros. En el salón de té donde prefiero tomar café solo, sin azúcar (2 euros), un camarero nacido en la República del Congo, Mamadou Ngoma, me cuenta: «Con los trabajos, nuestra clientela son turistas relativamente modestos. Se toman una pasta con agua mineral, y chutando».
En los cercanos muelles del Sena los negocios turísticos han bajado las tarifas. Gorras para chicas parisinas, de 10 a 20 euros; recuerdos «Todo a 2 euros»; diminutas catedrales de 1 a 50 euros. «El negocio se vino abajo con la pandemia y no se ha recuperado. Los trabajos de la catedral tienen un atractivo muy negro, que no invitan a ningún gasto suntuoso. Todo lo contrario…», me comenta Jacques Meinherie, propietario de una pequeña tienda de recuerdos.
Entre los autobuses turísticos, los grupos que siguen a guías de muy diverso origen, los taxis-bicicletas y el turismo más llamativamente multicultural (musulmán, africano, asiático, americano), las patrullas de soldados y gendarmes ponen la nota ‘Blade Runner ’ en el zoco pobre y neo realista, muy colorido, que hubiera podido filmar el Fellini de ‘Giulietta de los espíritus’. Espíritus del bien, intentando abrirse paso, mal que bien, entre andamios metálicos, alambres de espino, viejas piedras esperando la Resurrección prometida.
Los negocios de recuerdos turísticos han tenido que bajar sus precios a causa de la pandemia, de la que aún no se han recuperado.
