- La Nueva España
- 28 de julio de 2022
A pocos metros de la popular plaza de Requejo nace una senda en la que se guarece parte de la historia minera de Mieres. Pese a que el camino fluye en su inicio entre la apodada como catedral de la sidra y la iglesia de San Juan, hasta ahora, este sendero apenas tenía fieles. Es más, durante lustros permaneció olvidado, hasta que un minero jubilado aficionado a la escultura decidió convertir la solitaria senda del Peñón en una sala de exposiciones. Para empezar, Tomás Argüelles hizo surgir a la Virgen de la Cuarentena de una enorme roca. En septiembre, el párroco de San Juan, Miguel del Campo, bendecirá la citada imagen religiosa, que se ha convertido en la esencia de un acogedor lugar de peregrinación con un creciente magnetismo.
Hasta tal punto se ha hecho popular la Virgen de la Cuarentena, y por extensión la senda del Peñón en que está contenida, que el Ayuntamiento de Mieres ha decidido dar difusión a la ruta. El recorrido de unos cinco kilómetros que une Mieres y Rioturbio ha sido señalizado y está siendo promocionado por el Consistorio. El resultado es que un espacio desconocido se ha convertido en un punto de encuentro. Es uno de los efectos más insospechados de la pandemia.
Un gran cartel situado frente a la iglesia de San Juan y a pocos metros de la escultura dedicada a Teodoro Cuesta marca el inicio de la ruta del Peñón. Tras superar una rápida subida por Arriondo, el caminante toma la vieja trinchera del ferrocarril de Baltasara, proyectada a mediados del siglo XIX. «Es una zona muy atractiva, ya que todo el camino transita entre arboleda y en sombra, algo que se agradece mucho en verano», explica Tomás Argüelles, picador jubilado con una enorme inquietud artística.
Acostumbrado a quebrar la roca, su afición por la escultura le ha estimulado para dar un trato más amable a la piedra, moldeándola para extraerles formas hasta entonces ocultas. Eso es lo que ha hecho con una de las grandes rocas que salpican el antiguo paso férreo. Tras la cuarentena tuvo la idea de tallar una imagen religiosa. El proyecto acabó en lo que es hoy la Virgen de la Cuarentena: «Observé que uno de los laterales de una piedra parecía el mantón de una virgen y me entró el gusanillo, así que decidí hacer algo».
Los cada vez más visitantes que recibe la senda ponen flores diariamente a la escultura. «Al principio, quise llamarla la Virgen del coronavirus, pero me decanté por la Virgen de la Cuarentena». Argüelles ha soldado a la roca una hucha de hierro que sirve como cepillo para limosnas. «La gente deja monedas y luego las recogemos para donarlo al comedor solidario».
El éxito de la Virgen de la Cuarentena ha hecho revivir la senda del Peñón. «Antes te podías cruzar que un par de vecinos que suelen pasear por la zona, pero ahora son decenas y decenas las personas que se acercan para disfrutar de este paraje», comenta orgulloso Tomás Argüelles. Hasta el párroco de San Juan se ha percatado de la popularidad creciente de este enclave. «Ya está todo organizado para que septiembre el cura acuda a bendecir la imagen», explica el escultor mierense.
