El Premio «Princesa de Asturias de la Concordia» ha sido otorgado, en la edición de este año 2022, al arquitecto japonés Shigeru Ban, al que dediqué un artículo en 2014, cuando le fue concedido el Premio «Pritzker». Decía así:
«Jay A. Pritzker (1922-1999) ha dado nombre al prestigioso galardón con el que, desde 1979, se premia anualmente a aquel arquitecto que haya logrado unir, en su obra, talento, visión y compromiso social, y haya contribuido de una manera significativa a procurar el bien de la humanidad y a preservar la calidad del medio ambiente.
La familia Pritzker es conocida en los Estados Unidos por poseer la cadena Hyatt Hotels, cuya sede principal se encuentra en Chicago, y por el mecenazgo de numerosas actividades educativas, científicas, médicas y culturales.
El Premio Pritzker ha sido otorgado a Shigeru Ban, nacido, en 1957, en Tokio. El jurado ha apreciado sus elegantes diseños, las innovaciones introducidas gracias a su acción creadora y sobre todo el hecho de que, durante veinte años, haya puesto su inventiva al servicio de aquellas personas que han padecido el efecto devastador de catástrofes naturales en Ruanda, Turquía, India, China, Italia, Haití, Japón y Nueva Zelanda.
Además, ha logrado implicar en la realización de sus proyectos a estudiantes, voluntarios y ciudadanos en general, que suelen colaborar en la construcción de los edificios diseñados por él. Los materiales empleados son sencillos, dignos, baratos y reutilizables: bambú, papel, cartón, plástico o compuestos de fibra de papel reciclado.
En 2011, un terremoto de magnitud 6,3 sacudió la ciudad de Christchurch, la segunda más importante de Nueva Zelanda, provocando el derrumbe de varios edificios y ocasionando numerosas víctimas mortales. Entre los edificios derruidos se encontraba la catedral anglicana, un edificio neogótico de la segunda mitad del sigo XIX.
Shigeru Ban construyó una nueva, en forma de A, con tubos de cartón de seiscientos milímetros de diámetro, recubiertos de poliuretano impermeable y de repelentes del fuego, con cubierta de policarbonato y con fachadas a través de las cuales entra una hermosa luz de colores. La catedral de cartón fue inaugurada en agosto de 2013, puede alojar a setecientas personas y tiene una garantía de cincuenta años.
En 1995, un seísmo de magnitud 6,8 asoló la ciudad japonesa de Kobe. La iglesia católica de Takatori, al igual que muchas construcciones de la zona, fue destruida. Había sido consagrada en 1929. El padre Hiroshi Kanda convirtió la parroquia en un centro de ayuda a los damnificados e hizo construir un nuevo templo, que sirviese no sólo como lugar de oración, sino también de reunión.
Shigeru Ban realizó el proyecto, que ciento sesenta voluntarios, en su mayoría estudiantes de arquitectura, llevaron a efecto en tan sólo cinco semanas. Es de planta oval. Tiene cincuenta y ocho columnas de papel prensado, de cinco metros de alto y treinta y tres centímetros de diámetro.
La iglesia de papel está recubierta de lona traslúcida, sostenida por cables tensores, y el exterior es de paneles de policarbonato en cercos de aluminio. Caben ochenta sillas. En 2006 fue desmontada y donada a una comunidad católica de Taiwán, que la usa como lugar de culto.
Está previsto que, tanto en Nueva Zelanda como en Japón, los templos caídos sean nuevamente levantados, pero esas iglesias de papel, de uso transitorio, tiendas de campaña erigidas en escenarios en los que el drama del sufrimiento humano alcanza el grado máximo del sinsentido, proclaman, con diafanidad incontrovertible, cuál es el papel de la Iglesia en el mundo: hacer presente la salvación de Dios precisamente allí en donde las preguntas por las cuestiones definitivas de la existencia humana se hallan en su extremo más exasperante.
Shigeru Ban ha trazado una vía en la arquitectura para que el agujero negro de la soledad, la insolidaridad y la impotencia, sea colmatado por una modalidad de arte en la que la conciencia, la sobriedad, la colaboración y la generosidad apuntalen, con una solidez y una estabilidad que no aseguran solamente los materiales empleados, la estructura que vertebra la casa en la que se reúne la familia de los hijos de Dios.»
Jorge Juan Fernández Sangrador
Hoja diocesana «Esta Hora» (24 de abril de 2014)
