Robert Louis Stevenson, autor de La isla del tesoro y El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, realizó, en 1878, un viaje desde Le Monastier-sur-Gazeille hasta Saint-Jean-du-Gard, que discurrió a través de las accidentadas regiones de Francia bañadas por los ríos Loira, Allier, Lot, Chassezac, Tarn, Tarnon, Mimente y Gardon. Tenía veintiocho años.
Dos motivos le impelieron a iniciar ese largo paseo, de casi doscientos cincuenta kilómetros, en el que empleó doce días, del 22 de septiembre al 4 de octubre: por una parte, el regreso a California de Fanny Osbourne, pintora norteamericana de la que estaba locamente enamorado, y, por otra, el deseo de conocer los lugares en los que se produjeron, a partir de 1702, los levantamientos de los camisardos, protestantes de las Cevenas, ante las persecuciones desatadas contra ellos después de la proclamación del Edicto de Fontainebleau.
Stevenson, que provenía de una familia protestante de Edimburgo, guardaba en su memoria las historias sobre los covenanters de Escocia que el aya Alison Cunningham le había contado durante la infancia. Además, entre sus preferencias literarias figuraba una novela de George Sand, El marqués de Villamar, cuyo enredo discurre en las Cevenas, que Stevenson recorrería en este viaje inolvidable.
Y para ilustrarse sobre lo acaecido en las comunidades protestantes de aquella región de Francia que iba a visitar, portaba en su equipaje Historia de los pastores del desierto. Desde la revocación del Edicto de Nantes hasta la Revolución francesa, 1685-1789, obra en dos volúmenes de Napoléon Peyrat, publicada en 1842, acerca del alzamiento camisardo.
En Le Monastier-sur-Gazeille, Stevenson compró, por sesenta y cinco francos, más dos copas de brandy, “una diminuta burra, no mucho más grande que un perro, de color ratón, con una mirada bondadosa y una quijada firme. Tenía aquella bribona un cierto aire de pulcritud y alcurnia, de elegancia de cuáquera, que me conquistó en el acto”.
Le impuso el nombre de Modestine. Sobre ella cargó lo que él llamó “producto de mi ingenio”: un saco de dormir. “Una especie de rollo o salchicha, color verde como de cubierta de carreta impermeable por fuera y forrado por dentro con piel de cordero azulada. Espaciosa como maleta, abrigada y seca como lecho”. Es la primera vez que se hace mención en la historia de la literatura de tal receptáculo.
Escribió Jorge Luis Borges: “Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson”. Pues bien, con unas dotes extraordinarias de observador, una presencia de ánimo para dormir en bosques o en descampados que sólo se halla en aventureros y exploradores británicos y una fluidez excepcional para referir con suma gracia lo visto, lo gozado o lo padecido, las anotaciones escritas en aquellos días otoñales de 1878 por Stevenson fueron publicadas al año siguiente con el título Viajes con una burra por las Cevenas. La tinerfeña editorial Baile del Sol ha sacado a la venta una traducción del libro en la colección “Dando pata”.
El 26 de septiembre, Stevenson se dirigió a la trapa de Notre Dame des Neiges, en Ardèche. El edificio en el que se alojó el viandante escocés no existe actualmente. Un incendio lo redujo a escombros y cenizas en 1912.
Fue el monasterio en el que ingresó Charles de Foucauld después de su conversión 1886. El 26 de enero de 1890, tomó el hábito y adoptó el nombre de Marie-Albéric. Allí celebró, el 10 de junio de 1901, su primera Misa. Aún siguen en la actual abadía algunas de sus pertenencias: el cáliz, la patena, la casulla, el alba, el estuche con los corporales, el maletín de viaje, el catalejo que usó en Marruecos, el alfiler de la corbata, el cinturón, el paraguas, cartas, dibujos y un medallón. La nueva iglesia fue consagrada en 1921.
En el monasterio estuvo refugiado Robert Schuman, padre de Europa y primer presidente del Parlamento Europeo. En 1942, los alemanes trataron de aprehenderlo, pero logró llegar al cenobio y permanecer en él clandestinamente con el nombre de Robert Durenne.
He aquí las fotografías que tomé, cuando pasé allí la Nochebuena y Navidad de 2016, de las pertenencias y recuerdos que se conservan en la abadía de Notre Dame des Neiges, que los monjes cistercienses, que no llegan a diez, abandonarán en septiembre de 2022:

La abadía de Notre Dame des Neiges

Maqueta de cómo era la abadía cuando vivió Charles de Foucauld en ella


Capilla dedicada a Charles de Foucauld en el jardín de la abadía


Cáliz y patena de Charles de Foucauld

Casulla y alba de Charles de Foucauld


Estuche para los corporales de Charles de Foucauld

Expositor con objetos pertenecientes a Charles de Foucauld

Alfiler de la corbata, paraguas y medallón de Charles de Foucauld

Catalejo que Charles de Foucauld utilizó en Marruecos

El maletín de viaje de Charles de Foucauld

Dibujo realizado por Charles de Foucauld

Dibujo realizado por Charles de Foucauld

Dibujo realizado por Charles de Foucauld
Varios motivos ilustrativos de episodios de la vida de Charles de Foucauld realizados artesanalmente:


