Domingo de Ramos

En la pétrea fealdad de la gárgola ha renacido la vida. Hasta el monstruo se ciñe con un penacho de florecillas primaverales y amarillas (crepis vesicaria) para recibir a Jesús, el Nazareno, que, a lomos de un pollino, entra en Jerusalén.

Y con su boca enorme lo aclama, uniéndose, así, a aquellos que, desde la iglesia de San Tirso el Real a la Catedral de San Salvador, portando palmas de Elche y ramos de laurel con romero, procesionan y cantan: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!».

¡Santa y feliz Pascua de Resurrección!

Jorge Juan Fernández Sangrador

«Se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado» (Isaías 66,14)