En el Museo Belvedere de Viena se ha clausurado la exposición dedicada a la iglesia de la Santísima Trinidad, que Fritz Wotruba (1970-1975), en colaboración con el arquitecto Fritz Gerhard Mayr, construyó, entre 1974 y 1976, en Georgenberg, en el distrito de Viena Mauer.
Fritz Wotruba (1907-1975) fue uno de los más representativos escultores europeos del modernismo clásico y una figura importante en la reconstrucción de la vida artística y cultural de Viena en las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial.
En torno a 1960 comenzó a realizar esos diseños tan suyos, en los que, en una combinación de escultura y arquitectura, adquirieron gran preponderancia las formas cúbicas, tubulares y cilíndricas.
La construcción de iglesia de la Santísima Trinidad se debió a la iniciativa de Margarethe Ottillinger, que deseaba, en una Europa que dice haber dejado de creer en Dios, provocar un impacto y mostrar a todo el mundo que aún existen fuerzas resistentes ante la incredulidad.
La verdad es que, en lo que parece un gran desorden, los elementos singulares (152 bloques de concreto) encajan uno encima de otro y acaban por componer un conjunto en el que se integran las distintas posibilidades.
Desde 2019 hay un nuevo rector de la iglesia, el sacerdote Harald Mally, que anima una comunidad muy activa y que visibiliza a los ojos del mundo, también en un templo de formas tan poco convencionales, y tal vez precisamente por ello, lo que es la iglesia peregrina, en la que tiene cabida todos, y que es precisamente en su vitalidad como comunidad cristiana, en la pobreza de los medios y de los materiales, de donde emana su verdadera belleza.

