
La obertura-fanfarria «Locus iste» es una obra de estreno compuesta por Guillermo Martínez Vega, organista de la Catedral de Oviedo, para conmemorar los doce siglos de la consagración de su primer altar. Fue en el año 821. El acto de estreno tendrá lugar el viernes 29 de octubre de 2021, a las 19,30 horas, en la Catedral de Oviedo.
Guillermo, descendiente de una conocida y apreciada familia de Cangas de Onís (Asturias), describe la obra en estos términos:
“Escrita para 3 conjuntos sonoros, separados espacialmente -orquesta clásica, ensemble de vientos y trompeta-, busca explorar el espacio sonoro en la línea del egregio estilo policoral veneciano. Su forma es libre. Las semánticas musicales nacen todas ellas en las imágenes y melodías esbozadas en el canto gregoriano: «Locus iste». Canto propio para la dedicación de un templo.
Las tonalidades empleadas en la partitura -mi mayor y do mayor- son algunas de las sentidas por los músicos como tonalidades «de luz». Así, la arquitectura del discurso musical nos llevará a través de 4 capítulos.
En el primero, “Soñando una Catedral”, la exposición nos presentará un paisaje sonoro lírico y onírico (en los sfumatos que la orquestación dibuja), desembocando sin solución de continuidad en un épico final y clímax. Este capítulo es presentado por la orquesta sita en el espacio escénico principal.
En el segundo capítulo, “Proclamando una Catedral”, emergerá la melodía gregoriana que da título a Locus iste, a cargo de una trompeta situada en uno de los triforios laterales, como un segundo espacio escénico en las alturas. Y así, la trompeta se alza sobre la orquesta, que cristalizada en una serie de nubes armónicas que buscan alinearse con la mística que la melodía gregoriana suscita. El desarrollo del capítulo dibuja un relieve de creciente riqueza armónica y rítmica, así como dinámica e instrumental.
En el tercer capítulo, “Celebrando una Catedral”, la fanfarria es inaugurada por el ensemble de vientos sito en el órgano de Coro -tercer espacio escénico de la obra- y, en vivo diálogo entre los tres cuerpos sonoros, se nos brinda el desarrollo de la obra. Éste, de carácter festivo y pastoral, es escrito en ritmos ternarios que, según la tradición de la literatura musical, son relacionados numérica y simbólicamente con la Trinidad de Dios ya desde la noche de los tiempos.
Nuevamente, el relieve sonoro creciente del capítulo y su trepidante rítmica nos conducirán hacia la sección última, el cuarto capítulo, “La luz de una Catedral”.
Se inicia con una reexposicion del primer clímax de esta composición (capítulo primero) y, a partir de este punto, el fin al que conducirá el discurso musical reexpondrá y reelaborará los materiales temáticos empleados en toda la obra, en una dimensión ya plenamente policoral. Y ya sólo será uno el afán… llenar todo el templo de sonido en un sentido literal del término y de luz en un sentido figurado, así como el cielo es descrito en textos bíblicos como una luz brillantísima y sin parangón. Una luz que llena, una luz que envuelve, una luz que ciega”.
«Locus iste» es el título de un gradual en latín que se canta en la liturgia de la dedicación de una iglesia.
El texto se basa en los pasajes bíblicos del sueño de Jacob (Génesis 28,16-19) y de la zarza ardiente (Éxodo 3,4-6):
Locus iste a Deo factus est,
inaestimabile sacramentum,
irreprehensibilis est.
«Este sitio es obra de Dios, y sacramento tan valioso, que no puede ser estimado como en verdad y realmente le corresponde, y no tiene mancha alguna.»
Los pasajes de inspiración son, tal como aparecen en la Vulgata, éstos:
Génesis 28,16-19: «Cumque evigilasset Jacob de somno, ait : Vere Dominus est in loco isto, et ego nesciebam. Pavensque, Quam terribilis est, inquit, locus iste ! non est hic aliud nisi domus Dei, et porta cæli. Surgens ergo Jacob mane, tulit lapidem quem supposuerat capiti suo, et erexit in titulum, fundens oleum desuper. Appellavitque nomen urbis Bethel, quæ prius Luza vocabatur».
Traducción: «Despertó Jacob de su sueño, y se dijo: «Ciertamente está el Señor en este lugar, y yo no lo sabía»; y, atemorizado, añadió: «¡Qué terrible es este lugar! No es sino la casa de Dios y la puerta de los cielos». Se levantó Jacob bien de mañana, y, tomando la piedra que había tenido de cabecera, la alzó como memoria y vertió óleo sobre ella. Llamó a este lugar Bétel, aunque la ciudad se llamó primero Luz».
Éxodo 3,4-6: «Cernens autem Dominus quod pergeret ad videndum, vocavit eum de medio rubi, et ait: Moyses, Moyses. Qui respondit: Adsum. At ille: Ne appropies, inquit, huc: solve calceamentum de pedibus tuis: locus enim, in quo stas, terra sancta est. Et ait: Ego sum Deus patris tui, Deus Abraham, Deus Isaac et Deus Jacob. Abscondit Moyses faciem suam: non enim audebat aspicere contra Deum».
Traducción «Vio el Señor que se acercaba para mirar, y Dios le llamó de en medio de la zarza: «¡Moisés, Moisés!» El respondió: «Heme aquí». El Señor le dijo: «No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás es tierra santa»; y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Moisés se cubrió el rostro, pues temía mirar a Dios».