La iglesia de Saint-Germain-des-Prés ha sido, desde el siglo VI, en que fue fundada como templo de una comunidad monástica, un observatorio privilegiado del decurso vital de la ciudad de París. A la sombra de su compacta torre han nacido y crecido las diversas modalidades culturales que han constituido a la capital de Francia en capital también de la intelectualidad, el arte y las mitomanías.
«La vida de un barrio es tan rica en acontecimientos de todo tipo que no se deja resumir en tan pocas líneas; pero si logro al menos transmitir al lector un poco de ese ambiente de Saint-Germain-des-Prés que ha conquistado a tantas mentes lúcidas, me sentiría cerca de haber conseguido mi objetivo», escribió, en su “Manual de Saint-Germain-des-Prés”, Boris Vian, buen conocedor de la zona, de lo que acaecía en sus “cuevas” y de quienes las frecuentaban,
La iglesia es hoy sede parroquial y, en ella, además de los grupos de oración, formación y caridad, hay encuentros periódicos con políticos, economistas y agentes sociales; reuniones de profesionales de entre 25 y 35 años, que son católicos y proceden de diversos distritos de la ciudad, y, naturalmente, ya que los restos mortales de Descartes descansan en una capilla del templo, mucha labor con universitarios de La Sorbona y de las Grandes Escuelas del centro de París: Assas, Jussieu, Censier y Beaux-Arts.
En octubre del año pasado se celebraron, en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, las exequias por el eterno descanso de la cantante Juliette Gréco y, hace unos días, por el del actor Jean-Paul Belmondo, pues su familia quiso que hubiese un acto religioso después del homenaje estatal, con Emmanuel Macron a la cabeza, en el patio del Hôtel National des Invalides.
La misa fue presidida por monseñor Philippe Marsset, obispo auxiliar de París, quien, tras la lectura del pasaje del Evangelio, elegido por Paul, hijo del actor, en el que Jesús menciona los frutos que el grano de trigo produce cuando muere (Juan 12,23-26), habló de la vida nueva que comienza en el momento de la muerte y rememoró ante los presentes unas palabras pronunciadas por Belmondo en una entrevista que le hizo un periodista e historiador del cine y en la que manifestó cuáles eran sus ideas acerca de la fe cristiana.
«Soy creyente sin ser practicante. Voy a misa, como mucho, en las grandes ocasiones, comenzando por las más tristes: los entierros. Creer me ayuda en la vida. Creer en una entidad superior orientada al Bien. Creer me infunde la certeza de que al final me encontraré con las personas que he amado», confesó Jean-Paul a su biógrafo Philippe Durant en una de los coloquios que mantuvieron con vistas a la publicación del libro “Belmondo”.
Y es que Bébel, que es como le llamaban los amigos al actor, recibió educación católica y, cuando vivió en Clairefontaine-en-Yvelines, ejerció de monaguillo y asistió al padre Graziani en los entierros de los pilotos americanos que perecían abatidos por el enemigo durante la Segunda Guerra Mundial. Fue allí en donde se familiarizó con la muerte. «Yo no temo la muerte. Es ineluctable y hace tiempo que la he aceptado», le dijo a Durant.
«Creo en otra vida. Está claro que hay algo en el más allá. El camino prosigue de una manera o de otra. Siento, a menudo, la presencia de mis padres junto a mí y eso me reconforta. Pienso que los volveré a ver, al igual que a las personas que he amado: Lino, Gabin, Audiard, y todos los demás. Espero encontrarlos alrededor de una mesa y que, en torno a ella, fantaseemos como en los viejos tiempos», le declaró a su biógrafo.
Y en esto Jean-Paul Belmondo coincidía con el profeta Isaías, que pensaba también en un banquete cuando intentaba imaginarse cómo sería la gozosa existencia de la humanidad nueva al final de los tiempos: «El Señor preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones, y aniquilará la muerte para siempre» (25,6-8).
Jorge Juan Fernández Sangrador
La Nueva España, domingo 19 de septiembre de 2021, p. 27
