A los peregrinos que viajaron al monte Merón, en Israel, para celebrar los actos de Lag BaOmer no se les había pasado por la cabeza, ni siquiera un instante, el que la festividad fuese a acabar en semejante tragedia: 45 muertos y más de 150 heridos.
Ahora empieza a saberse quiénes eran los fallecidos a causa de la avalancha humana y ya se tienen noticias acerca de cómo fueron los preparativos en los lugares de origen y de la ilusión con la que miles de judíos devotos se encaminaron hacia el monte de la Alta Galilea.
Es el caso de Moshe Levy, de 14 años, quien llevaba ya tiempo pidiendo en casa que le permitiesen ir a los actos de Lag BaOmer en Merón. Al final, como premio por su buen rendimiento académico, sus padres lo autorizaron a que asistiese bajo el cuidado de su maestro, el rabino Avigdor Hayut. El joven Moshe Levy y su amigo Yedidia Hayut, de 13 años, hijo del maestro, murieron arrastrados por la multitud incontenible.
Los peregrinos cristianos a Tierra Santa han visto probablemente el monte Merón y las casas de Safed desde el barco que hace la travesía por el lago de Tiberíades o desde las ruinas de Kursi, en donde se dice que estaba la Gerasa de los evangelios, o desde el kibutz Ein Gev, en el que hay bungalós para alojarse y un restaurante en el que se sirve el típico “pez de san Pedro”.
En el monte Merón, los judíos se reúnen para las celebraciones de Lag BaOmer, que significa el día 33 del cómputo Omer, entre la fiesta de Pascua y la de las Semanas, pues en él cesó la plaga que hirió a los discípulos de rabí Akiva (siglos I-II d.C.). En esa misma fecha, décadas más tarde, murió rabí Simón bar Yojai (siglo II d.C.), autor del “Zohar”, relevante obra cabalística. Fue enterrado en el monte Merón.
Con la peregrinación de sus discípulos a la tumba, a los que el rabino rogó que no se entristeciesen por su partida, sino que se alegrasen de que, al fin, hubiese alcanzado la unión con Dios, comenzó la práctica de celebrar Lag BaOmer cerca del lugar de su enterramiento. Las hogueras que se encienden en la festividad representan la luz que el maestro irradió sobre el mundo con su sabiduría.
Y mientras las piras del monte Merón se apagaban al llegar el Sabbat hebreo, el patriarca ortodoxo de Jerusalén distribuía entre los fieles, desde el Sepulcro de Cristo, el Fuego Sagrado, en la mañana del Sábado Santo de los cristianos orientales, que celebraron la Pascua, siguiendo el calendario juliano, el domingo 2 de mayo. Fuego Sagrado que aviones transportaron desde Tel Aviv a las principales iglesias ortodoxas, llevando así la llama de Jesús Resucitado a toda la “oikouméne”.
Jorge Juan Fernández Sangrador
La Nueva España, domingo 9 de mayo de 2021, p. 28

Fiesta de Lag BaOmer en El Monte Merón

El Santo Sepulcro, en Jerusalén