Desde 1987, los Itinerarios Culturales del Consejo de Europa no han dejado de multiplicarse y visibilizarse, mostrando, a través de esta red cuán vivo, difundido y compartido se halla el patrimonio cultural europeo.
De todos, el más emblemático es el Camino de Santiago, pero hay otros: el de san Olav, el de los cistercienses, el de los cluniacenses, el de los hugonotes y los valdenses, el de los vikingos, el de los fenicios, el de los impresionistas, el de los cementerios, el del vino, el del románico, el de la cerámica, el de Mozart, el de Le Corbusier, el de Napoleón, el de Carlos V, el de Carlomagno o el de Robert Louis Stevenson, por citar solo algunos.
Existe, desde 2005, la Ruta de san Martín (Via sancti Martini). Parte de Szombathely, en Hungría, lugar en el que se dice que nació, en el año 316; entra en Eslovenia, se detiene en Pavía, a donde se trasladó a vivir en su infancia, y concluye en Tours, sede de la que fue obispo y en la que se encuentra su tumba.
Se abrió, después, una segunda Ruta (Via caesaraugustana), desde Zaragoza hasta Tours. Atraviesa los Pirineos y recorre las regiones francesas de Aquitania, Poitou-Charentes e Indre-Loire. Se basa en la suposición de que san Martín asistió al Concilio de Zaragoza del año 380.
Se añadió a las anteriores, más tarde, una tercera Ruta (Via treverorum), que discurre por tierras de Alemania, Luxemburgo, Bélgica y Francia. San Martín, que fue soldado, dejó, en Worms, las armas, y, siendo ya obispo, visitó en varias ocasiones la corte de Tréveris. Se pasa por Maguncia, Las Ardenas, Reims, París y el valle del Loira, rememorando capítulos importantes de la historia de Europa.
La última en ser declarada de interés cultural y espiritual fue la Ruta (Via trajectensis) que va desde Utrecht hasta Tours. En este itinerario, la ciudad de Amiens es un lugar que tiene gran importancia para el peregrino, porque allí fue en donde san Martín encontró a un pobre desnudo, al que le dio, tras haberla cortado con la espada, la mitad de su capa. Del oratorio que se creó para venerar la reliquia de la capa proviene el vocablo “capilla”; de su custodio, el de “capellán”.
En Asturias, las capillas dedicadas a san Martín de Tours son 25; las parroquias, 54. Es decir, 79 templos llevan el nombre del santo monje y obispo. De éstos, unos están vinculados a la monarquía asturiana; otros, al Camino de Santiago; muchos, a comunidades monásticas; todos, a la oración y a la caridad. Entre ellos está el que tiene la piedra fundacional más antigua de la diócesis, el de Argüelles, en la que el año que figura es, según los epigrafistas, el 583.
Y hay que tener presente que cuando el Consejo de Europa declaró “Itinerario cultural” la Ruta de san Martín, incluyendo en ella a todas las que existen y agrupándolas bajo el genérico “Via sancti Martini”, fue porque el hecho de que una persona que venía del Este compartiese su capa con otra del Oeste sigue siendo un gesto de gran significación a los ojos de la Europa de hoy, que, para ser ella misma, porque así fue en sus orígenes, ha de mantenerse unida en la diversidad que la caracteriza y en la altura moral que le confirió el cristianismo.
De ahí el que esos 79 enclaves sean otras tantas lámparas encendidas en el mapa de Asturias, pues, desde ellos, el santo obispo de Tours llama a todos a la unidad, la reconciliación y la autodonación, como dijo, en el Ángelus del 11 de noviembre de 2007, el papa Benedicto XVI:
«Que san Martín nos ayude a comprender que solamente a través de un compromiso común de solidaridad es posible responder al gran desafío de nuestro tiempo: construir un mundo de paz y de justicia, en el que todos los hombres puedan vivir con dignidad. Esto puede suceder si prevalece un modelo mundial de auténtica solidaridad, que permita garantizar a todos los habitantes del planeta el alimento, el agua, la asistencia médica necesaria, pero también el trabajo y los recursos energéticos, así como los bienes culturales, el saber científico y tecnológico».
Más actual, imposible. Y habría que estudiar el modo de trazar, con los 79 santuarios arriba mencionados, ajustándose a criterios históricos, artísticos y religiosos, una “Via sancti Martini” diocesana e inscribirla en el Programa de Itinerarios Culturales del Consejo de Europa, para que pueda beneficiarse de las ayudas que este organismo destina a la conservación de los bienes que se acogen a su patronazgo y al cumplimiento de los fines para los que fueron creados.
Jorge Juan Fernández Sangrador
La Nueva España, domingo 7 de marzo de 2021, pp. 28-29
